¿Cómo es una cámara fotográfica resistente al futuro?
Un apunte que me parece importante antes de seguir adelante, y que seguro que muchos de vosotros ya conocéis: los tres componentes que tienen un impacto directo en la calidad de las imágenes que obtenemos con una cámara de fotos son la óptica, el sensor y el motor de procesado. De hecho, su cooperación es tan íntima que con frecuencia no es sencillo delimitar en qué medida contribuye cada uno de ellos al resultado final. Aun así es interesante reparar en el hecho de que dos de ellos son elementos de naturaleza electrónica, y, por tanto, susceptibles de verse arrollados por esa vorágine de desarrollo tecnológico constante a la que nos tienen acostumbrados otros dispositivos de electrónica de consumo.
Su corazón debe ser un sensor de alta sensibilidad y bajo ruido
Los megapíxeles quedan fuera de nuestra discusión por una razón de peso: la mayor parte de las cámaras del mercado excede la resolución que necesitamos los aficionados a la fotografía que solo imprimimos nuestras instantáneas ocasionalmente. O nunca. Podemos ilustrar esta situación de una forma muy sencilla. Si utilizamos un televisor con panel 4K UHD para ver nuestras fotografías, que es un escenario de uso bastante realista hoy en día, nos basta que nuestra cámara tenga una resolución de 8 Megapíxeles (3.840 x 2.160 píxeles = 8.294.400 píxeles ≈ 8 Megapíxeles) para disfrutar nuestras capturas de una forma satisfactoria. La mayor parte de las cámaras, al menos las de cierta calidad, cuenta con sensores que exceden esta resolución, por lo que incluso podemos imprimir nuestras fotografías en soportes de cierto tamaño sin que su calidad se resienta.
Los fabricantes parecen ser conscientes de que los usuarios ya no nos dejamos engatusar por la resolución porque sabemos que nuestras necesidades en este terreno están colmadas desde hace años, por lo que se están esforzando para afinar dos parámetros de los sensores en los que aún tienen margen de mejora: la sensibilidad y el ruido. Cuando la luz, que es la auténtica materia prima de nuestras fotografías, abunda es relativamente sencillo para una cámara moderna ofrecernos un resultado logrado. Sin embargo, cuando la luz escasea el nivel de detalle puede verse seriamente dañado y el ruido puede incrementarse sensiblemente, arruinando nuestras tomas.
Afortunadamente, la «guerra del megapíxel» fue superada hace tiempo. El reto ahora pasa por incrementar la sensibilidad y reducir el ruido, entre otros parámetros con margen de mejora en los que las marcas están trabajando
El reto consiste en ofrecer buenos resultados cuando las condiciones de captura no son las óptimas. Y una forma eficaz de incrementar la sensibilidad nativa del captador y reducir el ruido requiere aumentar el tamaño de los fotodiodos, que son las celdillas del sensor que se responsabilizan de capturar la luz, aunque sea a costa de reducir la resolución. Esta es la estrategia utilizada por muchas marcas actualmente en sus cámaras, aunque no es la única. A menudo también mejoran las técnicas de fabricación de sus sensores y optimizan su arquitectura para que rindan mejor cuando las condiciones ambientales no son propicias.